Seguramente, en la mente de varios Potterheads, de Nicolas Flamel sólo resuene la información de haber sido el fabricante de la Piedra Filosofal. En la saga escrita por J.K Rowling, poco se sabía acerca de la vida de este hechicero legendario, aparte de haber muerto a los casi 650 años debido al elixir de la vida que él y su esposa, Perenela, consumían. Pero Nicolas Flamel existió, y en la vida real, su historia consta de una documentación abundante, caso notable para la época teniendo en cuenta que fue un personaje que no pertenecía a la nobleza. Gracias a la misma, hoy su biografía puede ser estudiada.
“El único creador conocido de la Piedra Filosofal”
Nicolás Flamel nace entre 1330 y 1340 en la localidad de Pontoise, a siete leguas de París. En la época de la Guerra de los Cien Años, Nicolas nace poco antes de la conocida batalla de Crécy, ocurrida en 1346 y muere poco después de la revuelta de los Cabochiens, en 1413, en el marco de la guerra entre Armagnacs y Borgoñones. En su sangre, llevaba la batalla.
En 1348 se desencadena la Peste Negra: Nicolas sobrevive.
Desde el siglo XIII, debido a la fundación de las Universidades, el crecimiento de la literatura secular y la difusión de la lectura entre la nobleza y la alta burguesía, comenzaron a desarrollarse en las ciudades talleres privados de escritura, copia e iluminación, tareas que hasta entonces se llevaban a cabo únicamente en los scriptoria monásticos (habitaciones de los monasterios de la Europa medieval dedicadas exclusivamente a la copia de manuscritos por los escribas).
La ciudad de París estaba en auge y era uno de los centros universitarios más destacados de Europa Occidental. Los dictámenes de sus doctores definían opiniones y sentaban jurisprudencia, estudiantes de toda la Cristiandad concurrían a sus clases y, por consiguiente, necesitaban libros. Cuando Flamel se establece en la ciudad, el comercio librario ya se había desarrollado en la ciudad de París bajo el auspicio universitario: sus autoridades supervisaban la producción de textos de estudio.
Flamel comienza a trabajar en París como copista en una pequeña tienda anexa a la iglesia de Saint-Jacques-la-Boucherie, en la rue des Ecrivains. Es muy probable que, junto a él, estuviera Jean Flamel, su hermano menor, secretario y bibliotecario del duque de Berry (conocido por sus Très Riches Heures). Después de 1368, Nicolas presta juramento ante las autoridades de la Universidad, y a partir de ese día comienza a ser reconocido como librero juramentado; es decir como miembro del gremio de "libreros, fabricantes de pergaminos, iluminadores, escritores y encuadernadores de libros", conocido con el nombre genérico de clérigos, que no estaba relacionado con ser miembro del clero. Se cree que como dicho gremio dependía de la Universidad y no del preboste parisino como los demás comerciantes, Flamel habría prestado juramento para eximirse del pago de la talla (impuesto personal).
En la década de 1360, Nicolas compra una casa en la esquina de la rue des Ecrivains y la rue de Marivaux (hoy llamada, en su honor, rue Nicolas Flamel) donde vivió e instaló su taller, cuyo emblema era la flor de Lis. Entre los relieves e inscripciones de su fachada, figuraba la máxima: «Chacun soit content de ses biens, Qui n'a souffisance il n'a riens » (divisa de Enguerrand de Marigny, chambelán y ministro del rey Felipe IV de Francia: “Que cada quien esté conforme con sus bienes, aquel para quien nada es suficiente, no tiene nada”).
La morada, de la cual se conservan testimonios escritos, desapareció después del ensanche de la rue de Rivoli y de la iglesia solamente permanece la torre, conocida como Tour de Saint Jacques y famosa por los experimentos de Blaise Pascal, que fue construida un siglo después de Flamel, entre 1509 y 1523. Hay testimonios que permiten inferir que era una casa notable, pero de ningún modo opulenta en ese París del gótico conocido por los excesos de los ricos.
Flamel fue un hombre instruido, letrado. Era copista y comprendía correctamente el latín. Parecía ser un burgués como cualquier otro, pero el destino le deparaba algo muchísimo más grande.
Según cuenta la leyenda, mientras se hallaba en plena Guerra de los Cien Años trabajando de librero en París, se hace con un grimorio alquímico. Alrededor de 1355, algunas versiones aseguran que lo recibe de un desconocido, que se lo entrega y se va sin emitir discurso, mientras que otras plantean que le fue entregado por un ángel en los sueños.
El grimorio excedía con creces sus conocimientos, él emplea 21 años en intentar descifrarlo.
¿Crees en la magia?
Flamel viaja a España: las mejores traducciones del griego antiguo en dicha época se producían en universidades españolas. Consulta tanto a las autoridades sobre Cábala, disciplina y escuela de pensamiento esotérico, como a los especialistas en el mundo antiguo. Después de mucho preguntar, encuentra, en León, municipio español del noroeste de la península ibérica, a un anciano rabino, el Maestro Canches, quien identifica la obra como el Aesch Mezareph del rabino Abraham, y enseña a Flamel el lenguaje y simbolismo de su interpretación.
Todos estos hechos fueron narrados en un libro que la tradición posterior le adjudica el nombre de Libro de las figuras jeroglíficas. Escrito en 1399, impreso en 1612, describe brevemente al comienzo dichas peripecias, explicando a lo largo de la obra el magisterio filosofal descrito como si de la peregrinación a Santiago de Compostela se tratara.
Sin embargo, algunas teorías apuntan a que dicho entramado tiene un significado mucho más profundo, siendo reflejo de los misterios iniciáticos que se ocultan tras esta obra. Entre estos misterios estaban el descubrimiento de la piedra filosofal y la creación de homúnculos mediante la palingenesia de las sombras (crear un cuerpo astral, animal o vegetal).
Se asegura que, cuando vuelve a París, durante esos años elabora también una piedra, gracias a la cual él y su mujer, Perenelle, obtuvieron la inmortalidad. Creen que la piedra falló, ya que fallecieron y fueron enterrados entre 1410 y 1418 en el cementerio de St. Jacques de la Boucherie. Pero al intento de exhumarlo, se encontró su tumba vacía.
Aunque pudo deberse al saqueo de la misma, en busca de objetos de valor o textos, esto no hizo más que reforzar los rumores de que la Piedra efectivamente había funcionado, al igual que las historias recopiladas por Paul Lucas de personas que lo vieron recorriendo lugares como India y Turquía después de su supuesta muerte. Su lápida grabada aún hoy se conserva en el Museo de Cluny, aunque sin nadie dentro.
Datos interesantes y figuras de la historia
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